Una guerra fallida contra las drogas en Honduras
Alrededor del año 2006 los carteles internacionales del narcotráfico giraron su mirada a Honduras. Nuestro país representaba una gran oportunidad para convertirse en la principal área de tránsito de cocaína entre Sudamérica y Estados Unidos. Su posición estratégica, la debilidad de su institucionalidad pública. Así como la deficiente formación policial del momento conformaban una combinación de elementos muy atractiva. Y después del Golpe de Estado del año 2009, se convirtió en la tierra de leche y miel para los narcotraficantes.
Según el Comandante en Jefe del Comando Sur de Estados Unidos en aquel momento, John Kelly, Honduras era el principal puente del narcotráfico entre Sudamérica y los países del norte. El 80% de la droga que transitaba por Honduras se trasladaba por vía marítima y el 20% restante por tierra y aire. Es de mencionar que el 80% de las muertes violentas en Honduras estaban relacionadas con el tráfico de drogas. Esto desencadenó el aumento de la inversión pública en defensa. Además, haciendo crecer el Estado Policial-Militar en el país y el cobro de tributos para buscar ganar una guerra perdida.
Con el apoyo de Estados Unidos se instaló un escudo marítimo y área en el noreste del país. Con el tiempo, el tráfico disminuyó y con él la violencia. El tránsito de cocaína en el 2015 se redujo en un 40% en comparación a 2014. ¿Se ganó la guerra contra las drogas?
Difícilmente, ahora hay reportes de aumento de tráfico en otros países de la región centroamericana. Y es que la guerra contras las drogas nunca será ganada. Pues prohibirlas significa el surgimiento de un mercado negro operado por delincuentes y caracterizado por el uso de la violencia para hacer cumplir sus acuerdos.
Encontramos un antecedente histórico en la prohibición del alcohol que inició en 1918 en los Estados Unidos. El alcohol no se dejó de vender, se contrabandeó licor producido en otros países. Además, se fermentó en el país alcohol ilegal que terminó siendo peor para la salud de los consumidores. En 1933, al ver que los efectos de la prohibición fueron contraproducentes y dada la preocupación sobre el crimen organizado. Así como la corrupción policial y el esparcimiento de la violencia, el pueblo exigió que se suprimiera. Los Estados establecieron leyes que regulaban la calidad del alcohol que
se vendiera. Como resultado, desaparecieron los terribles efectos de la prohibición y el mercado negro que trajo consigo.
Volver a las drogas ilegales es aún peor para la salud. Esto permite que los vendedores hagan uso de químicos dañinos para diluirlas y maximizar sus ganancias.
La mezcla con otros químicos representa una mayor amenaza a la salud que la droga misma. La legalidad permite que los consumidores sepan lo que están consumiendo y sus consecuencias. También se podría disminuir el estigma existente sobre los consumidores y tratar su problema de salud.
Las políticas de control de drogas empleadas en la actualidad terminan siendo más nocivas para los consumidores que las drogas que prohíben.
El problema actual de la guerra contra las drogas es análogo con el problema de la prohibición del alcohol en la década de los 20’s. La cocaína es principalmente producida en América Latina y consumida en gran parte por los norteamericanos. Aun conociendo su experiencia con el alcohol, Richard Nixon como presidente de los Estados Unidos declaró la guerra a las drogas en la década de los 70’s, evidenciando una doble moral, considerando la influencia del país norteamericano en nuestra región, son nuestros países que han debido cargar con el peso de sostener esta guerra perdida.
Peter Lupsha, un autor mexicano, advierte tres grandes etapas de penetración de organizaciones criminales en un país: la primera denominada predatoria, en la que las bandas criminales sólo formaban pandillas. La segunda etapa es parasitaria, de corrupción del Estado, en la que se desarrollan complicidades en su aparato de seguridad, judicatura, aduanas, y transportes. Por último, la tercera de simbiosis, caracterizada por la fusión entre los miembros del crimen organizado y los elementos corruptos del gobierno, en la que el crimen organizado se apodera del Estado, poniéndolo a su servicio.
Honduras llegó a la etapa de simbiosis, vale la pena recordar los casos de corrupción que han salido a la luz sobre contratos estatales celebrados con carteles del narcotráfico.
Aunque en Honduras haya empezado a disminuir el tráfico, éste sólo ha buscado otros países para realizar su paso hacia el norte. La cantidad de cocaína que cruza por las fronteras estadounidenses no ha disminuido desde que se inició esta guerra fallida.
Es tiempo de aceptar que la guerra contra las drogas nunca será ganada, las drogas están aquí para quedarse, debemos acercarnos a su apropiada regulación y al desarrollo de políticas preventivas si lo que realmente queremos es proteger la salud de los ciudadanos.
Por lo tanto, el presente debate debe ser impulsado para detener el derramamiento de sangre en nuestros países.
Written by Elena Toledo