SOBRE ALIENS, PREDATORS Y ELECCIONES

Avatar Christian Betancourt | November 22, 2013 110 Views 0 Likes 0 Ratings

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SOBRE ALIENS, PREDATORS Y ELECCIONES

Calvin Duke

Me encantan las películas de ciencia ficción. No sólo los clásicos como Blade Runner, también esas películas que los estadounidenses llaman B-movies, llenos de monstruos, zombies y otras criaturas tan malas y poco creíbles.  El periodo de oro de este género son los años ’50, con verdadera gemas como “Invasion of the Body Snatchers” o “Zombies of the Stratosphere”.

Aun mucho más reducido, el género sigue existiendo. Una película de hace algunos años fue por ejemplo “Alien versus Predator”. En realidad no es muy buena, sin embargo tenía una atracción publicitaria maravillosamente impactante: “Gane quien gane, nosotros perdemos”.  Cada vez que veo acercarse unas elecciones, me recuerdo de esta frase memorable.

No es simplemente porque parece que siempre por algunas razones ganan políticos corruptos e incapaces. Es que estructuralmente, una democracia representativa no puede producir políticos que no tengan esas características. Esperar que por una vez salga ganando un político decente, no es solo el triunfo del optimismo sobre la experiencia, sino que es no entender que todos los incentivos están cargados para hacer ganar al populismo sin importar ideología, y cualquier político en un estado moderno es por definición incapaz. Antes de acusarme de ser cínico, permítanme presentar mis razones.

Ganar elecciones cuesta dinero. Aquí en Honduras esta verdad universal, se aplica en la práctica electorera: por Lps. 500 o menos los votos se pueden comprar. El supuesto secreto del voto es burlado fácilmente, desde el uso de teléfonos celulares con cámara fotográfica a formas de hacer reconocer la papeleta a través de signos particulares o combinaciones especificas de candidatos a puestos menos importantes. No es naturalmente un fenómeno sólo de Honduras, es tan antiguo como la primeras elecciones. En la Italia de la década de los 1950, el alcalde de Nápoles, el señor Lauro, se inventó un método tan simple cuanto eficaz: antes de las elecciones regalaba 50.000 zapatos, pero solo los derechos; si ganaba, entregaba los izquierdos, si perdía los echaba a mar. Un verdadero genio.

Aún sin considerar estos casos ilegales (pero en realidad comunes), es obvio que ser electo mediante el voto, sin dinero,  es casi imposible. El dinero sirve para publicidad, para movilizar los organizadores de las campañas, para comprar “encuestas de opinión” fraudulentas, para esas patéticas brigadas médicas, reparaciones de casas, entregas de agua y sin número de otras prebendas que misteriosamente se multiplican en los meses antes de la contienda electoral.

En un ambiente así, si no eres corrupto, es muy improbable que vayas a ganar. Si no aceptas dinero de grupo de presión (“emprendedores” que viven de contratos con el Estado) no vas a poder financiar las campañas, y pierdes. Asumamos por un momento que entre los candidatos a 50 puestos públicos hay 50 corruptos y 50 bienintencionados: entre los ganadores habrá 45 corruptos y 5 bienintencionados, por el simple hecho que los corruptos son los que han podido usar más dinero. No es cuestión de ética o de buena voluntad, es la simple pero poderosa fuerza de la selección natural: en política, el más apto es el más corrupto. Y dado que los que se presentan a cargos de elecciones populares no son normalmente idiotas, y lo saben, así que en realidad la mayor parte de los candidatos, se justifican las malas prácticas que van a promover aún antes de empezar. Hay una rama de la economía dedicada a entender el comportamiento humano en la toma de decisiones políticas, la “Public Choice” que lo ha demostrado una y otra vez en los últimos 30 años, produciendo en su práctica tres premios Nobel de Economía.

Pero, me dirán, existen los candidatos ricos que pueden auto-financiarse las campañas, gente como Bloomberg, el ex alcade de Nueva York o Romney, ex candidato presidencial de EEUU. En primer lugar, le contestaría preguntándole, ¿cuanto realmente se puede llamar democrático (palabra con raíces griegas que quiere decir poder del pueblo) un sistema donde pueden ganar solo los ridículamente ricos (o los corruptos que se financian con dinero de los ricos)?

Sobre el tema de los políticos incapaces, aquí el problema principal no son estrictamente los políticos, es el Estado, y en particular su tamaño y los papeles que juega. El origen real de los estados modernos es naturalmente la violencia: un cacique de una tribu bastonea otro cacique y se vuelve un cacique más grande. Cuando llega a matar un número suficiente de caciques, se declara rey (hoy por hoy, mas comúnmente llamado presidente), y el Estado nace. Estoy siendo un poco simplista, sin embargo si quieren un análisis histórico, económico y antropológico muy serio (sin ser muy confuso y aburrido) de cómo nacen los estados, lean el maravilloso “Gun, Germs and Steel” de Jared Diamond.

Una vez que el estado nace, empieza a crecer. Es su naturaleza, es en su ADN. Los políticos y los burócratas necesitan más y más dinero, poder y oportunidades de apadrinaje. Al inicio se ocupan teóricamente sólo de las funciones básicas para evitar, en las palabras de Hobbes “una vida solitaria, pobre, fea, salvaje y corta”, es decir, policía, judicial y defensa nacional. Sin embargo, en cuanto pueden, empiezan a agregar funciones, entran en educación, en salud, en políticas industriales, en pensiones y en todas las otras esfera de las sociedad. Son como un virus, se replican hasta ocupar todo el huésped, que es el conjunto de individuos al que “representan”. Como el Agente Smith de la película The Matrix, o Skynet de Terminator, cobran vida propia. Hasta se involucran en temas en los cuales,  a primera impresión (solo a primera) no deberían tener incentivos a involucrarse, como lo que un pobre diablo decide fumar o inyectarse, o el tipo de sexo y relaciones que dos (o más) adultos quieran tener consensualmente.

Y a este punto el Blob se vuelve ingobernable y peligroso como la Cosa de Carpenter. Es imposible para algunos burócratas o políticos poder manejar un monstruo tan grande. Por cuantos recursos, capacidad intelectual o computadoras tengan, nunca van a tener la inteligencia colectiva de una sociedad de agentes libres, que coordinan la economía a través del intercambio de mercado. Hablando un poco técnicamente, es hasta teóricamente imposible, porque se pierde la información del precio. Si lo intentan (y de hecho lo hacen, la historia esta’ llena de dictadores bienintencionados al menos al inicio que piensan que saben más que los demás juntos), crean sólo más confusión. El grande economista Ludwig Von Mises usaba una frase, “Caos planificado”, para describir el inevitable resultado.

Regresando a mi punto, los políticos son entonces incapaces porque nadie puede hacer el trabajo que supuestamente van a hacer, o sea coordinar centralmente el 40% o 50% de la producción de una sociedad, que es el tamaño de la economía cubierto en muchos casos por los estados modernos.

Qué se puede hacer entonces cuando cada cuatro años se acerca otra batalla entre aliens y predators? No mucho, desafortunadamente (en realidad creo que existen soluciones, no quiero dejarlos deprimido, pero será el tema de otro artículo). Otro grande economista, Milton Friedman, demostró que estadísticamente, es más probable que uno muera en un accidente yendo a votar que el voto de uno tenga influencia en el resultado de una elección presidencial en Estados Unidos, la democracia moderna más famosa del mundo. Los EEUU es mucho más grandes de Honduras, pero las calles de Honduras son mucho más peligrosas, así que sospecho que el  análisis daría el mismo resultado aquí. Y en general, aun si pudiera saber que mi voto es decisivo, francamente no sabría quien escoger entre un alien o un predator, a mi  me parecen igualmente peligrosos. Personalmente, me rehuso a votar y así darle mi legitimación, sigo resistiendo como Kyle Reese, sin importar que me sigan diciendo todos los días que la resistencia es fútil. No quiero terminar como un Borg.

Christian Betancourt

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