Reformas fiscales van en la dirección equivocada
El presente artículo es una contribución del Lic. Carlos Urbizo Solís. El presente fue tomado de un ensayo de 22 paginas y acortado para su fácil lectura. Para leer el ensayo completo en PDF haga click aquí.
Las reformas fiscales, comúnmente referidas como “paquetazos”, han sido una práctica común y recurrente en Honduras, promulgadas por cada gobierno de turno con el propósito de enfrentar los nuevos compromisos de campaña que obviamente no se pueden cubrir con los ingresos que ya cuenta del gobierno inmediatamente anterior. Es decir, el nuevo gobierno tiene que seguir cubriendo los compromisos (¡derechos!) adquiridos más los nuevos que asume, y que típicamente no tienen tanto que ver con las promesas públicas de campaña sino que con las asumidas en privado en el camino a la presidencia. Siendo así, las cosas, sólo podemos esperar más y más incrementos a los tributos y tasas por servicio.
Las reformas tributarias, y no sólo en Honduras, son engañosas debido a que el término, sugestivo y falaz, da la impresión, percepción o ilusión, que son medidas que corregirán entuertos, discrimaciones, lagunas creadas deliberadamente o no, disposiciones arbitrarias o caprichosas (y hasta por resentimiento de legisladores por experiencias personales incómodas) y que promoverán el bien común. En realidad, las tales “reformas” han sido en la grandísima mayoría de los casos, disposiciones tendientes a incrementar los ingresos del gobierno vía impuestos y tasas.
Las reformas fiscales, sabiamente diseñadas, deben ser, además de lo mencionado en el párrafo anterior, para estimular el desarrollo económico que permita atender los compromisos del gobierno sin incrementar las cargas tributarias; contrarrestar tendencias inflacionarias, deflacionarias o de desempleo (medidas anti-cíclicas); y para promover cierta equidad social a través de servicios públicos (educación y salud) y redistribución de ingresos (de ricos a pobres) que mpedían la intranquilidad, o fortalezcan la paz social, a manera de reducir su vulnerabilidad, y que eventualmente se inserten en la sociedad y la economía con igualdad de oportunidad.
Desafortunadamente, en Honduras las reformas fiscales han sido más que todo instrumentos para balancear el presupuesto (financiar déficits) sin tener que recortar gastos o mal-gastos públicos, que favorecen a pocos allegados al poder de turno.
Historia reciente de las reformas fiscales y desempeño económico:
Las reformas o “ajustes estructurales” se volvieron populares, o más conocidas por el pueblo hondureño, a partir del gobierno del presidente Rafael Leonardo Callejas, con su célebre decreto titulado “Ley de Ordenamiento Estructural de la Economía” (nombre más rimbombante y falaz!). Desde esa fecha, cada gobierno (excepto el de Mel Zelaya) ha promulgado su propia “reforma” con el mismo propósito o des-propósito), y cada cual con un título cada vez más rimbombante y engañoso, tales como:
La tragedia del pueblo hondureño es que nunca ha conocido lo que es bienestar general. Su historia es una de pobreza crónica, secular, de abusos de autoridad, de corrupción, de desaprovechamiento de oportunidades. (Demagógicamente nos dicen que las crisis son oportunidades. Si eso fuera cierto en Honduras, ¡ya formaríamos parte del primer mundo!).
Cuando el mundo ha estado en bonanza, en crecimiento, en recuperación o reactivación económica, política, y social, nosotros no hemos participado en esas épocas de años prósperos o de progreso en ninguna proporción significante. Sin embargo, cuando el mundo ha entrado en alguna crisis financiera, económica, o aún recesión o depresión, ¡el gobierno de turno lo utiliza para justificar la falta de progreso!
El crecimiento económico en Honduras ha sido anémico, raquítico, que apenas se aproxima al crecimiento poblacional, pero siempre manteniendo una desigualdad injusta e intolerable debido a la permanencia de políticas, prácticas, y actitudes mercantilistas independientemente de que partido o dictador, civil o militar, ejerce el poder político.
Conociendo esta situación de estancamiento real, los gobiernos de turno vociferan a los cuatro vientos, y arman un gran escándalo publicitario, auto-felicitándose y alabándose por los incrementos absolutos en el ya famoso y célebre PIB, Producto Interno Bruto ─ aunque no hayan tenido nada, o muy poco, que ver con esos logros.
Soslayan totalmente el incremento, o su falta, del ingreso per cápita, y la distribución sesgada que prevalece.
Aun cuando ha habido un incremento per cápita, este ha sido prácticamente insignificante. Con un Ingreso Per Cápita de $2,290.78 (4,270 USD PPP) y un incremento del 6% en el PIB (¡dos o tres veces en los últimos 30 años!), ¡¡se ha reflejado en un incremento per cápita de apenas $42.80 por año desde 1990!!
Esto equivale a $3.56 por mes en términos reales ¿Cómo se va a salir de la pobreza con estos incrementos?
Situación actual y medidas a tomar
A raíz de la crisis financiera y económica vivida en el mundo desde el 2008, y de la propia crisis política vivida por el pueblo hondureño desde mediados del 2009, la economía hondureña ha sufrido un duro y profundo revés.
Este revés requiere, hoy como en toda crisis, de políticas fiscales y monetarias sabias y sanas, así como de un entorno “amigable a la inversión, y a los inversionistas, nacionales y extranjeros” ─ que en realidad nunca hemos tenido, pero que por inercia, en el pasado hemos podido superar esa condición con ingenio, por accidente, o por falta de oportunidades inmediatas en otro lugar para propios y extraños.
El momento actual es uno en el que no podemos contar con esos factores de inercia y suerte. Específicamente, en cuanto a políticas fiscales se refiere, las medidas tomadas por el gobierno de turno son contra-indicadas, inapropiadas, y pro-cíclicas cuando deben ser todo lo contrario.
(Y no es que se desconozca como hacer las cosas mejor. Por experiencia, en conversaciones y participación en conferencias y seminarios, dentro y fuera de Honduras, donde han disertado funcionaros públicos hondureños, he podido apreciar que están académicamente bien preparados. Desafortunadamente, los jerarcas políticos y grupos de poder ejercen una gran influencia para que las cosas se hagan a su favor.)
Todos los impuestos vigentes y otros, crean una carga fiscal de 18% sobre el PIB constituyendo un des-incentivo, un estímulo a la evasión y a la corrupción, como también a una distorsión en las decisiones y prácticas económicas y financieras de los contribuyentes. (¡Y todavía nos preguntamos por qué no progresamos!)
Recordemos que el estado no tiene ningún derecho divino para imponer cargas tributarias o impuestos sobre el fruto del trabajo de las personas (naturales y jurídicas). Sabiamente expuso y sentenció Valle:
“Solo la ley, merecedora de este nombre por su justicia y sabiduría, puede tomar de mis rentas lo que sea preciso para las necesidades positivas de la nación.”
El presupuesto general de ingresos y egresos
El proceso de elaboración, aprobación, ejecución, y liquidación del presupuesto es un proceso anómalo, caprichoso, poco profesional que no puede representar, o servir, como la herramienta universal más elemental y fundamental de la administración pública.
Así las cosas, si no se efectúan reformas estructurales profundas en ese perverso proceso, lo que ocurre es que improvisadamente se hacen algunos cambios para calmar y engañar a la opinión pública.
El presupuesto se presenta al Congreso donde apenas lo llega a medio-conocer la Comisión, y eventualmente se somete al pleno donde le dispensan dos debates, “discutiéndose” y aprobándose a altas horas de la noche o tempranas horas de la mañana. El Congreso Nacional precisa de una Oficina Técnica profesional, con personal permanente y a tiempo completo, que se mantenga en constante comunicación con el Ejecutivo, y que al llegar el proyecto de presupuesto al Congreso Nacional, lo someta a una evaluación seria, profunda, detallada, y profesional.
De no tomar este camino, los comentarios, observaciones, y críticas que se hagan a solicitud, o no, de parte interesada del CN, no tendrá fuerza, como no lo ha tenido nunca. Condescendientemente le dicen (diputados y funcionarios) a todo mundo que están de acuerdo con este u otro comentario o crítica, o “que es una excelente idea”; pero al final hacen caso omiso de esas “excelentes ideas” (que tal vez en algunos casos no lo sean!), y hacen lo que conviene a todas las partes interesadas allegadas al poder público.
Mejorar el proceso y contenido del presupuesto, pues, no es, ni debe ser, cuestión que dependa de alguien que accidentalmente tiene influencia o acceso al ejecutivo o al legislativo, y logre que se introduzcan algunas mejoras o empeoramientos!
Las medidas fiscales recién tomadas son principalmente para incrementar los ingresos del gobierno (así lo han manifestado diputados y funcionarios), en el orden de L4 mil a L5 mil millones.
Por lógica o intuición, podríamos decir que entre más dinero saca el gobierno, menos dinero tienen los contribuyentes ─ el pueblo! Siendo ese el caso, lo que se produce es una redistribución de ingresos con una creciente dislocación, distorsión, o desequilibrio en las actividades económicas.
El pueblo en conjunto contribuye a mayores ingresos del gobierno, pero unos pocos serán los beneficiados ─ empleados públicos, proveedores del gobierno, y los dependientes y proveedores de estos dos últimos. De todos es conocido que el mayor gasto y la poca inversión pública se concentra en Tegucigalpa. Por lo tanto, es de esperarse que geográficamente será Tegucigalpa la que más se beneficiará. Al resto del país, sólo le toca “poner”. Un presupuesto bien elaborado toma estas realidades en cuenta.
Comentarios generales:
Para que el contribuyente no se oponga, o no reniegue, de las cargas tributarias, éstas deben llenar las siguientes características o requisitos:
- Pocos en números
- Fácil de calcular, pagar y cobrar
- Equitativos (capacidad de pago)
- Neutrales (que no induzcan o incentiven al contribuyente a alterar la forma de tomar sus decisiones que implican el pago de algún impuesto.)
Creo que ya es más que tiempo que se actualice y consoliden todas las reformas de ley del impuesto sobre la renta. La ley NO debe estar orientada o dirigida sòlo a recaudar impuestos, a veces hasta en forma arbitraria, y a darle ventajas al fisco/Estado desestimando realidades, conceptos, principios financieros y contables, asì como prácticas reconocidas de crear riquezas a través del trabajo y el capital. Mientras eso suceda, seguiremos “parchando” las leyes y desperdiciando oportunidades de mejorar y progresar por el peso injusto, caprichoso, y sin sentido de muchas disposiciones.
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