¿Cuál es el origen del patriotismo hondureño?

Avatar Redaccion | September 15, 2015 2210 Views 0 Likes 3 On 6 Ratings

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¿Cuál es el origen del patriotismo hondureño?

Por Jorge Colindres y Guillermo Peña Panting

Se han preguntado, ¿por qué, y más importante aún, por quién, marchamos en septiembre? Haremos una breve reseña histórica, citando a algunos de los principales historiadores del país, para intentar aclarar las motivaciones políticas detrás de esos rituales que, generación tras generación de hondureños, nos hemos visto obligados a seguir.

Durante una gran parte del siglo XIX, Honduras careció de un gobierno central fuerte que pudiese imponer su autoridad sobre todo el territorio nacional. El gobierno central no podía cobrar las tasas impositivas para sus funciones, pues carecía de un mecanismo de presión nacional (léase ejército, porque la capacidad de aplicar la ley era todavía menor) que pudiera someter a los distintos caudillos y autoridades locales. Con la poca autoridad y legitimidad del gobierno central, llegaron a surgir movimientos independentistas como el de Texiguat en 1843 y el de Olancho en 1860.

Hacerle frente a esta situación, fue una de las prioridades del gobierno del Dr. Marco Aurelio Soto, Presidente de la República de 1876-1883. La denominada “Reforma Liberal”, cuyo ideólogo fue el abogado Ramón Rosa, primo del Presidente y Ministro General de gobierno, incluyó una fuerte campaña en promoción de un discurso nacionalista que pudiera unificar el territorio nacional bajo el mandato de un sólo gobierno.

Los retratos en nuestras aulas de clase

Con esta campaña, narra el historiador Oscar Rapalo, se inicia una minuciosa reconstrucción del pasado, una historia oficial, promovida por el gobierno, a través de la cual varios personajes históricos son seleccionados (José Cecilio del Valle, Dionisio de Herrera, Francisco Morazán, José Trinidad Cabañas y José de la Trinidad Reyes) y se maquillan confusamente como creadores o padres de la nación.

Se institucionaliza por vía de decreto, un culto secular a este panteón de próceres, convirtiéndolos en referentes simbólicos del ciudadano hondureño por medio de los libros de texto escolares y conocidos rituales como las marchas conmemorando la independencia, los actos cívicos, el juramento a la bandera y otros.

La formación de este tipo, está orientada a reducir la individualidad de los hondureños y tratar de fomentar una uniformidad que haga más fácil la tarea de gobernar. Estos rituales escolares, nos dicen los autores José Aguado y María Portal, “son elementos importantes en el proceso de socialización [estatización] del niño, ya que recrean valores sociales y norman la conducta individual y colectiva”; así el sistema de educación pública – y privada a causa de las regulaciones – se volvió una herramienta al servicio de la “patria” antes que de los estudiantes.

El “Panteón sagrado”

Por sobre el resto de las figuras históricas, la sacralización del General Francisco Morazán lo exalta como el principal prócer reinante del “Panteón de Héroes Nacionales”. Ramón Rosa, estaba convencido que para lograr el restablecimiento de la República Federal de Centroamérica se tendría que institucionalizar una serie de símbolos y representaciones de la nación que fueran internalizadas por el pueblo de manera colectiva para que cooperaran con el fortalecimiento de la identidad nacional, es decir, con la consolidación de un gobierno central fuerte.

La “estatuaria cívica” se volvió uno de los campos más explotados por el gobierno. Siendo Morazán el prócer más representado en los diferentes parques y ciudades a lo largo y ancho del territorio nacional. Según Thomas Benjamín, en su obra “La Revolución hecha monumento”, los monumentos son diseñados “para evocar una promesa simbólica que el Estado, el régimen o el gobernante es fiel a los padres fundadores, y de que esa autoridad, por tanto, es legítima”, práctica con gran éxito histórico en la Europa monárquica, el Vaticano, vía de los antiguos imperios Romanos, Griegos y Egipcios. Son diseñados para proyectar temor o admiración al observador, para recordarles la verdad de la ideología que proyectan, las victorias militares o los triunfos de las revoluciones; por eso, Benjamín Olsen nos recuerda que las estatuas representan el poder y este tipo de representación se convirtió en una máquina de fabricar respeto y sumisión a quienes –supuestamente – representan la “patria”.

La historia como instrumento político

Una de las primeras tareas del gobierno de Soto fue encomendar al presbítero Ramón Antonio Vallejo, la redacción de un libro de texto de “Historia de Honduras”. Se creó también, el Archivo Nacional, para guardar la historia común de los hondureños según el gobierno. Esto es una herencia cultural de la Revolución Francesa como instrumento de conformación nacional.

Rosa veía la “Reforma Liberal” como la continuación del proyecto federalista centroamericano, encarnando así la interrumpida epopeya morazánica (al mejor estilo griego) por formar un gran Estado Federal Centroamericano.  A través de la deificación de Morazán, los denominados conservadores que se le opusieron, fueron demonizados por la historiografía oficial. Y así, se segmentó a los actores históricos entre “buenos” y “malos” y esta visión se impuso como enseñanza obligatoria en todas las escuelas, colegios y universidades del país, visible todavía en el ideario escolar.

Este discurso nacionalista plasmado en el currículo oficial, supervisado bajo la dirección directa de la Secretaría de Educación, con el que todos fuimos adoctrinados, sigue siendo instrumentalizado por los políticos de hoy. Por un lado, se presentan los “héroes” – haciendo caso omiso a sus falencias – y por otro, se señalan los traidores y los vende patrias, a los que se trata de deshumanizar. La falencia individual más famosa de un miembro del panteón sagrado, es que Valle se opuso a firmar el Acta de Independencia. Creando la imagen que se acató a la proclama de los estadistas provinciales, redactando el documento a la Jeffersoniana, dejándolo verse como egoísta y desleal al movimiento independentista y no a su pueblo, al contrario del hombre perfecto (al mejor estilo del General Washington y General Bolívar) y luego mártir por la causa centroaméricana, Francisco Morazán. “Esta historia es la preferida por las instituciones gubernamentales, pues configura a los “grandes hombres” como personajes con quienes es fácil identificarse debido a su presentación como seres casi único, extraordinarios” nos advierte el historiador hondureño Alberto Amaya.

El intento de Soto y Rosa por ordenar la sociedad y de nivelar los ciudadanos con la educación pública, tenía la finalidad de lograr la igualdad formal entre todos como paso previo a lograr la sumisión nacional bajo un sólo gobierno central cuya autoridad no fuese disputada. Por ello, nos dice Gustavo Zelaya, dicha educación se orientó a que cada ciudadano poseyese las mismas ideas políticas acerca del orden y el progreso, la misma militancia, se sintiese miembro de la comunidad y que creyera y siguiese a sus gobernantes, los ahora verdaderos representantes del pueblo.

El jurista argentino Juan Bautista Alberdi, hablando sobre la adopción de estas concepciones del patriotismo dijo, “Tal es el régimen social que ha producido la Revolución Francesa, y tal la sociedad política que en la América greco-latina han producido el ejemplo y repetición, que dura hasta el presente. Sus individuos, más bien que libres, son los siervos de la Patria [Estado].”


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Comments

This post currently has 3 responses.

  1. Gina Paola Simmz

    September 16, 2015 at 2:02 am

    Muy buen analisis “pero” todos los paises requieren de tener una conciencia historica si no todo seria un caos, cada pais necesita una identidad que aglutine a sus ciudadanos y esta tiene que ser con su propia gente y no importar “heroes” de otros paises o con otras ideologias… ahora bien que clase de “Libertad” quieren uds para el pais de Honduras?

    • Jorge Colindres

      September 16, 2015 at 4:09 pm

      Gina, muchas gracias por comentarnos. Creemos que la “identidad social” debe ser el producto de la cultura y los valores sociales que hayan surgido espontáneamente, de las relaciones y creencias de los individuos que componen nuestra sociedad; y no el producto de un plan de gobierno en busca de facilitar su trabajo y que fue impuesto por vía de decreto y enseñado forzosamente por medio de textos escolares y la formulación de una historia oficial……….

      En cuanto a tu pregunta, creemos que la Libertad tiene una definición particular: “libertad de la coacción” es decir que no se utilice fuerza física sobre el individuo. Creemos que todos los hondureños deben poder actuar en plena libertad para llevar adelante sus proyectos de vida. Creemos que para lograr esto, el rol del Estado debe limitarse a la protección de la vida, la libertad, la propiedad privada y los contratos; dejando en manos de los gobiernos locales, pero preferentemente en asociaciones civiles voluntarias, las labores que se consideren necesarias para el bienestar de la comunidad.

  2. Gina Paola Simmz

    September 17, 2015 at 2:20 am

    Gracias por responder, creo que estan muy bien aclarados los conceptos, ojala que los hondureños tengan un futuro mejor si logran eliminar sus profundas divisiones politicas e ideologicas y logren su libertad plena.

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