#ElLibrero: Cien años de soledad cincuenta años después
El año pasado Cien años de soledad cumplió cincuenta años de haber llegado a nuestras vidas, en mi caso particular desde 2005 cuando lo leí por primera vez, ocasión en la que, al terminar de leerlo tuve dos certezas: la primera fue que había leído el mejor final en la historia de la literatura del siglo XX, opinión que tuve independientemente de ser el primer libro que leía en mi vida y que sigo sosteniendo trece años después; la segunda certeza fue que Cien años de soledad era un libro insuperable sin importar cuántos libros llegara a leer en mi paso por la tierra.
Siempre he pensado que al igual que todo en la vida el gusto literario es algo que evoluciona con nosotros y así como algunas cosas que nos gustaban en la adolescencia -una canción, una camisa, una película- dejan de gustarnos cuando somos adultos de la misma manera nos dejan de gustar unos autores en favor de otros.
Es imposible que con el paso de los años sigas viendo a tu primer autor con los mismos ojos, que sigas disfrutando sus libros como los disfrutaste la primera vez y por normal general aquél primer libro que leíste y que fue la razón por la que te enamoraste de la literatura siempre se termina quedando como mera anécdota en tu crónica como lector.
No es el caso de la obra maestra de Gabriel García Márquez. Cien años de soledad es como el primer amor, es como esa primera pelea ganada en la vida, es como el primer concierto al que fuiste.
Es inolvidable. Y por más que tu gusto literario vaya evolucionando con los años y pases de leer a Coelho (quién es sencillo e inocente en exceso) y a Vargas Llosa (quién utiliza un lenguaje demasiado rebuscado y se toma demasiado en serio a sí mismo), a leer a Hemingway y Fitsgerald (ambos maestros del relato y de estilos inconfundibles), la verdad es que García Márquez siempre quedará como la referencia constante por su talento y versatilidad, ambas cosas a tener en consideración cuando pienses en las ganas que da de volver a sus libros de vez en cuando.
Y Cien años es ese libro que da ganas de leer cada tanto tiempo porque sabes que encontrarás nuevos matices y vas a disfrutar más a ciertos personajes que en otras lecturas no despertaron mucho tu curiosidad (José Arcadio Buendía es de lejos el más brillante dentro de sus locuras y José Arcadio del que siempre quise saber más).
Contar la historia de una familia que abarca cien años de existencia tiene que ser una tarea titánica y García Márquez supera el reto con nota alta pues nos mantiene interesados en la narración (pues todo es un relato casi sin diálogos) mientras salta su centro de atención de un personaje a otro casi sin que lo notemos.
Se centra en el patriarca fundador con la misma atención que lo hace con el último de la estirpe, pasando por cada uno de los miembros de una familia singular que está marcada por la fatalidad en la que sólo Úrsula se mantiene como el ser más cuerdo en este río historia que nos cuenta el auge, esplendor y decadencia de los Buendía y de Macondo, la aldea que evoluciona a pueblo y ciudad en los mencionados cien años.
Estamos hablando de la obra capital escrita en la lengua española, muy superior a cualquier obra anterior o posterior a su publicación y que contiene un final no sólo digno sino que también insuperable y perfecto para la narración que se puede considerar una obra metalingüistica pues sin saberlo estamos leyendo a través de los ojos del último Aureliano de la estirpe lo que es la propia historia de la familia desde su fundación hasta su desaparición en ese final apocalíptico y profético que contiene el manuscrito de ese personaje tan importante que fue Melquíades, manuscrito que está presente de manera secundaria y casi imperceptible en toda la historia y que pasa de generación en generación a causa de la desgracia sufrida por el Buendía de turno hasta que el ciclo se completa con el nacimiento del último de ellos y que como reza la profecía muere devorado por las hormigas.
Cien años de soledad no es sólo un viaje por la historia de una familia, es el retrato de la América Latina inocente y primitiva de mitad de siglo XX.
*Este libro puede ser encontrado en Guacamaya’s Bookstore Online
Written by Elena Toledo